FESTIVAL DE CHAUMONT

CRÓNICA DEL FESTIVAL INTERNATIONAL DE L’AFFICHE & DU GRAPHISME DE CHAUMONT, FRANCE.

Rosa Llop

Sin duda alguna Chaumont merece una visita. Este estupendo festival, nos brinda a todos la oportunidad de reivindicar el cartel como medio de comunicación singular y que además posee un gran valor artístico. El cartel nació en Francia y tuvo su época de esplendor en todo el mundo durante buena parte del siglo XX -nuestro país incluido- pero últimamente parece estar en peligro de extinción, y Chaumont funciona como una reserva de este espléndido formato que aún tiene mucho que decir.

Durante un mes y medio esta pequeña villa francesa se llena de grafismo a través de todo tipo de actividades: exposiciones, talleres, conferencias, etc. Se respira respeto y pasión por la vitalidad del diseño gráfico. Y se torna visible la multiplicidad de formas de entender el grafismo: todo tiene cabida, desde el ejercicio estético puro, a la reivindicación política. Chaumont es, sobretodo, un festival popular donde sociedad y diseño gráfico se funden con total normalidad en un entorno humilde pero de gran calidad en busca de una comprensión mutua.

Concurso internacional de carteles

La exposición del concurso Internacional de carteles es realmente espectacular. Una selección de 127 carteles de entre más de 2000 ejemplares recibidos que pasarán a formar parte de la colección propia del Festival, que actualmente ya cuenta con unos 23.000 carteles, que no es poca cosa. De hecho, el Ayuntamiento de Chaumont construyó hace unos años un edificio para albergar esta colección: La Casa del Libro y el Cartel, y este año se está planteando la construcción de otro edificio para poder seguir ampliando esta valiosa colección de arte efímero. Igualito que en España ¿verdad?

Otra gran diferencia entre la cultura del cartel francesa y la nuestra es el tamaño de dichos carteles. Mientras aquí los diseñadores tenemos que pelearnos para encajar informaciones propias de un tríptico y un sinfín de logotipos en un cartel que no supere los 30 cm de ancho, da gusto contemplar en esta exhibición carteles de 100 x 140 cm en su mayoría. De hecho, este año, teníamos un representante catalán en la selección: el diseñador Albert Folch con un cartel para una película del artista Jordi Mitjà, que con su DIN A2 (un cartel grande para lo que es Cataluña) destacaba por minúsculo.

Quizás, una de las características que más llama la atención de esta convocatoria es la participación internacional. Aparte de la participación europea, es muy enriquecedor contemplar carteles chinos, taiwaneses e iraníes, que destacan por lo poco acostumbrados que estamos a ver el diseño de estos países. De hecho, la última aportación a mi lista de diseñadores favoritos es el cartelista ruso Igor Gurovich, que me ha hecho descubrir de nuevo el diseño gráfico de aquel país. Gurovich recupera la estética del formalismo ruso, pero al mismo tiempo lo dota de una expresividad y una irreverencia nuevas, algo que me hace reflexionar sobre el peso de la herencia estética que nos confiere nuestra procedencia a pesar de la globalización. Lo mismo pude comprobar en los diseños para carteles de teatro suizos, herederos en su mayoría de la estética del espacio blanco promovida por el estilo internacional suizo, pero que al igual que los carteles de Gurovich, eran mucho más orgánicos y gamberros que los de sus predecesores. Algo más propio de nuestros tiempos.

La exposición central

Esta exposición, ya ella solita, merece el viaje hasta Chaumont. Sólo diré que el año pasado el protagonista fue Paul Rand, y este año Joseph Múller Brockmann. Dos maestros del diseño que a ningún diseñador pueden dejar indiferente. El año pasado, fue revelador ver la obra original de Paul Rand. Es un personaje entrañable, imprevisible y reflexivo. Sin duda alguna una mente clara y una mano privilegiada.

En cuanto a este año, los carteles de Joseph Múller Brockmann nos conmocionaron. Ver los originales de las obras que tantas veces has mirado en los libros como referentes inalcanzables, no tiene precio. Cuando los ves, disfrutas del tamaño, del papel arrugado un poco envejecido, del registro de color imperfecto producto de unas Artes Gráficas en pleno desarrollo. Te sorprenden los colores imprecisos, ni gris ni marrón, pero nunca cuatricomia. También tintas especiales, sobretodo plata. Todas maravillosamente sobreimpresas. Una delicia.

Lo mejor que te puede pasar en Chaumont es haber ido con amigos que estén tan locos por el diseño gráfico como tú. El año pasado, al salir de la exposición de Paul Rand nos pasamos media tarde en un café haciendo ilustraciones inspirados irremediablemente por el carisma de este personaje. Este año, nos enzarzamos en un debate sobre la pobreza estética actual de los carteles institucionales de nuestro país en comparación con el nivel de abstracción que alcanzaron los carteles de Brockmann para el Teatro Nacional hace 70 años. En los carteles de teatro o música, la potencialidad interpretativa de estas actividades deberían servir de motor para la exploración gráfica de nuestro tiempo, tal y como lo hace la escenografía. Pero parece ser que la vorágine competitiva de los mass media no deja apenas espacio para la innovación en el terreno de la comunicación cultural.

El país invitado

En un garaje enorme cercano a la estación de tren, se viene exponiendo en los últimos años el diseño gráfico más contemporáneo de algún país europeo. En la anterior edición vimos una impresionante muestra de estudios y grafistas franceses que revelaba un panorama de imagen corporativa, diseño tipográfico, señalética y diseño editorial digno de envidiar. Impressions Françaises fue una exposición comisariada por Etienne Hervy y Vanina Pinter, que incluía obras originales de estudios archiconocidos como MMParís o Antoine et Manuel. Pero también mostró buenísimos trabajos de muchos otros diseñadores que sobretodo destacaban por su capacidad de riesgo y su buen hacer en los acabados de impresión.

El diseño más cercano al arte

En Chaumont también hay espacio para entender el diseño de una forma más cercana al arte. Cada año, el Festival encarga a un diseñador una intervención en la capilla de los Jesuitas. El año pasado fue el holandés Richard Niesen quien recreó una ciudad tipográfica en este barroco espacio. Este año Paul Cox nos descolocó situándonos en un paisaje de montañas y valles, como si se tratara de un enorme mapa escenográfico donde jugar al minigolf. La verdad es que Paul Cox es un personaje muy recomendable, que mezcla la ilustración y la comunicación con resultados abstractos muy expresivos.

El pueblo de Chaumont

Este es sin duda el festival que más se implica con el compromiso político del diseño con la sociedad. La convocatoria al concurso de estudiantes siempre se relaciona con contenidos candentes, lo que hace que su exposición y correspondiente taller den múltiples interpretaciones para que el pueblo y los visitantes reflexionen acerca del tema. Además, el hecho de que los espacios públicos más emblemáticos del pueblo se involucren en las actividades -el Ayuntamiento, capillas, la estación, la biblioteca, etc.- hacen que todo el pueblo termine contagiado de diseño, como una actividad más en el día a día. Durante el transcurso del Festival, las calles de Chaumont se van llenando de carteles. Hay paredes especialmente habilitadas para ello. Pero también hay muchas otras intervenciones improvisadas.

Dentro de la programación de este año, destacaban tres intervenciones. La de Pierre Di Sciullo, que dos veces por semana empapelaba un cubo de tres por tres metros delante de la estación con frases vanidosas y tópicos poéticos recreados en tipografías diseñadas por él mismo. La de Fanette Mellier, que nos leía un pasaje literario gigante escrito en una preciosa tipografía modular de gran formato mientras uno se paseaba por las calles de Chaumont. Y finalmente la del equipo francés a2cestmieux, que en el patio de la antigua biblioteca realizaron 6 murales de gran formato criticando duramente la política de Sarkozy pero reclamando a su vez el poder del optimismo como motor de cambio.

El fin de semana inaugural

En las dos ocasiones que hemos asistido al festival, no hemos podido coincidir con el fin de semana inaugural, que según el programa, tiene muy buena pinta. Además de inaugurarse las exposiciones y realizarse el taller internacional de cartelismo entre los ganadores del concurso de estudiantes, también hay conferencias, presentaciones de revistas y fanzines, actuaciones de teatro, comidas populares, una feria editorial y una abundante programación de conciertos las noches de los fines de semana ¿Qué más se puede pedir?

Acercar el diseño al público en general

De todas formas, si me tuviera que quedar con una actividad de todas las programadas, elegiría un taller realizado entre escolares de 12 a 14 años, quienes a partir de la temática “cambio climático” (eje del año anterior) recogieron documentación sobre el tema durante el primer semestre y después de analizar los carteles de la anterior edición -dedicados a este tema tan preocupante- crearon sus propuestas de collage con mensajes originales que imprimieron ellos mismos en el taller de serigrafía de La Casa del Libro y el Cartel. Así, lograron reproducir en la escuela la metodología que usamos los diseñadores gráficos en el desarrollo de nuestro oficio, dándoles herramientas para comprender una profesión difícil de entender.

El año que viene se celebrará la vigésima edición del festival.
El año que viene,
tous a Chaumont!


GRRR Nº 16 - ES.FESTA DEL GRAFISME
GRRR Nº 16 - ES.FESTA DEL GRAFISME