FRONTERAS, NATURALEZA Y DISEÑO GRÁFICO

Este verano, durante un paseo ocioso por un bosque pirenaico, me encontré de pronto con un riachuelo que despertó en mí una reflexión en torno al diseño y las fronteras. El lector se preguntará qué tiene que ver un río con el diseño, pero la verdad es que tras un bocadillo de sobrasada y queso a la sombra de un abeto y con el sonido del agua fluyendo graciosamente, mis reflexiones sobre las fronteras del diseño me parecieron de lo más clarividentes.

Lo primero que llamó mi atención de este riachuelo fue que la composición global que ofrecía me recordaba a los jardines japoneses: piedras musgosas repartidas aleatoriamente, ramas de abetos acunadas por el viento, ruidosas cascadas al final de la perspectiva, todo ello en una armoniosa composición imperfecta… y de pronto recordé las amables palabras de mi maestra de Ikebana: el arte floral y el diseño de los jardines japoneses, no se deben a nada más que a una atenta observación de la naturaleza.

Así que tras dar buena cuenta de mi merienda me puse a observar atentamente este entorno mientras remojaba mis pies en el agua helada y mirando el fluir del agua recordé como Shiddarta explicaba algunos de los preceptos del budismo con la analogía de un río: la impermanencia, la interdependencia de todas las cosas… y de pronto una lagartija veloz que se agazapó encima de una soleada piedra frente a mí, cambió el rumbo del fluir de mis pensamientos.

Cuántas veces habré escuchado que el agua es vida, y nunca me había percatado que hay muchísima más vida en el entorno que define el agua que en ella misma. Observando el río, veo que el agua fluye a sus anchas, hasta que unas caprichosas rocas se interponen en su curso provocando que cambie de rumbo o se estanque. Estas rocas se convierten en pequeñas fronteras naturales y en ellas se pueden encontrar todo tipo de seres vivos: mosquitos que han ido a parar allí para dejar sus huevos en lugar seguro, arañas que tejen trampas, lagartijas que esperan pacientemente a su presa, etc. Entre tanta actividad me pregunto si en estas fronteras naturales que interrumpen el fluir del agua se encuentra tanta vida ¿Cuáles son las rocas que interrumpen el fluir creativo del diseño gráfico y qué tipo de oportunidades se encontrarán bajo esas fronteras?

La primera frontera que se me ocurre, y la más frecuente en las quejas de todos los diseñadores, es el tiempo. Parece ser que nunca hay suficiente tiempo para desarrollar un proyecto y siempre tenemos que trabajar bajo la presión de la prisa. Pero bajo esta limitación podríamos también encontrar ventajas como la espontaneidad y la belleza de lo imperfecto. También recurrir a colaboradores externos para repartir mejor el trabajo dentro del límite temporal podría reportarnos beneficios en los resultados. Incluso plantear preguntas en lugar de ofrecer respuestas elaboradas puede mejorar la percepción de nuestros diseños entre el público.

El segundo límite más frecuente en nuestro trabajo es el presupuesto. Acostumbra a ser apretado, a veces está bien, pero nunca es suficientemente desahogado. Ajustando nuestra creatividad al presupuesto podemos perder la oportunidad de ganar premios de diseño, pero por lo que yo sé un buen contenido impreso cuidadosamente en el sempiterno negro sobre blanco permanece en el tiempo, mientras que un mal producto envuelto en oro no pasará de la primera compra. No estoy diciendo que a partir de ahora todos nuestros diseños tengan que ser parcos en producción, pero a menudo, limitar nuestro diseño a la elección de una sola tinta nos obliga a potenciar nuestra capacidad de tomar decisiones innovadoras ¿Quién puede resistirse a un blanco sobre blanco si se trata de encontrar soluciones sencillas de extrema belleza?

Una tercera barrera muy común entre los diseñadores suele ser el cliente. Parece que la mayoría de los clientes no saben lo que quieren, un hecho que nos desespera. Y también en ocasiones no respetan lo suficiente nuestro criterio profesional, una puñalada a nuestra autoestima. Y es curioso que percibamos al cliente como una barrera porque precisamente el diseño gráfico no tiene sentido sino hay un encargo que resolver. Y es precisamente el cliente el que nos brindará la oportunidad del encargo que estamos buscando.

Es cierto que a veces no sabe explicar demasiado bien lo que quiere, pero conoce su producto, sus clientes y su competencia mucho mejor que nosotros. Y también sus miedos -lo que no quiere- y ahí es donde encontraremos la clave para resolver el encargo. Quizás deberíamos acercarnos a nuestros clientes desde una perspectiva más sincera, en lugar de considerarlos alimañas, preguntándoles directamente sobre sus miedos en vez de tratar de descubrirlos en cada versión rechazada. Comprender los temores de nuestros clientes puede que nos permita ser más amigos suyos y establecer relaciones laborales de mayor confianza.

Otra frontera importante en el desarrollo del diseño gráfico es -sin lugar a dudas- nosotros mismos; buscando sin cesar la perfección en una profesión que no puede interpretarse más que subjetivamente. Poniendo demasiada ilusión en conseguir el objetivo y dejando de observar minuciosamente el proceso donde, además de tropezar con la misma piedra varias veces, podríamos mirar qué hay debajo y descubrir nuevas perspectivas.

La lagartija sobre la soleada piedra, que apenas se había movido en todo este tiempo, en un movimiento de cabeza despiadadamente veloz se zampó un mosquito y se largó sin dejar rastro. Y lo mismo hago yo.

GRRR Nº 16 - ES.FESTA DEL GRAFISME
GRRR Nº 16 - ES.FESTA DEL GRAFISME